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Propósitos: expectativas sociales vs. deseos personales




Cómo formular nuestros propósitos de año nuevo y asegurarnos de cumplirlos son algunas de las dudas que muchos tenemos en esta época del año. De hecho, muchas personas sienten estrés durante esta época del año porque miran hacia atrás y sienten que no han conseguido lo suficiente o les genera ansiedad pensar en lo que "deberían" proponerse y conseguir durante el siguiente año.


En este artículo te invitamos a deshacerte de las expectativas sociales para que, si quieres, formules tus propósitos de este año de manera congruente con tus valores y tus deseos.



Contenido




Si buscas en google “Propósitos de año nuevo” encontrarás que las primeras páginas están repletas de artículos sobre qué proponerte, cómo establecer propósitos y por qué no solemos cumplirlos.


Con títulos como ‘¿Qué proponerte este año’, ‘50 propósitos de año nuevo que lo harán un año único’ y ‘27 ideas para preparar tus propósitos’; si lo que estás buscando es inspiración, encontrarás de sobra.


El algoritmo de google te ofrece los resultados más útiles y relevantes. Utiliza factores como las palabras de la consulta, la relevancia y usabilidad de las páginas, entre otras cosas, para arrojar los resultados que parecen ser más importantes y utilizados según el tema que buscaste.


Entonces, cuando se trata de propósitos de Año Nuevo ¿lo que la gente más busca y a lo que más accede es a ideas sobre qué proponerse?


No soy experta en algoritmos, pero es verdad que en mi trabajo como psicóloga me encuentro frecuentemente con personas que, a la hora de establecer sus metas, se encuentran en un dilema entre el deber ser y lo que realmente quieren.



Expectativas sociales vs. metas alineadas con valores


El “deber ser” engloba todas las ideas que construimos según lo que pensamos que los demás esperan de nosotros. Qué “deberíamos” estar haciendo, cómo “tendría” que ser y cuándo se supone que “debería” suceder. También se refiere a la idea que hemos construido sobre lo que creemos necesitar para llegar a un estado de realización y felicidad.


Lo que realmente queremos muchas veces se esconde detrás del “deber ser” o se confunde con estas expectativas. Pero, ¿qué es lo que nos hace sentir vitales?, ¿cuáles son las metas que nos motivan en sí mismas?, ¿qué acciones no sólo nos llevan a un resultado, sino que en sí, nos permiten disfrutar del proceso? Si contestas a estas preguntas considerando lo que más valoras y cuestionando por qué lo valoras, quizás encuentres lo que tú realmente quieres.



Si te apetece profundizar en el tema de los valores, te recomendamos que escuches ‘¿Cómo conocer lo que valoras puede ser un gamechanger’ en el podcast de Bangardia o que leas nuestro artículo ‘¿Qué es lo importante para ti? El papel de los valores’





¿Por qué buscamos la aprobación externa?


Es natural que, como seres sociales, busquemos en los demás la inspiración y que tengamos aspiraciones que implican un estatus social (certificaciones, títulos, premios, promociones laborales, bienes materiales, etc). De hecho, buscar el logro y el reconocimiento social está engranado en nuestro instinto de supervivencia (imagina una sociedad antigua en la que el estatus aumentaba tus probabilidades de supervivencia). Por eso, no es raro que busquemos ideas sobre qué proponernos en año nuevo.


Hoy en día, la emoción (el miedo a “no ser o no pertenecer”) se siente igual que hace siglos, aunque la ecuación no sea tan simple como en el pasado (estatus = comida y mejores probabilidades de reproducción = mayor probabilidad de preservar los genes).


La ecuación actual es compleja: buscamos no sólo sobrevivir, sino encontrar sentido y vivir una vida plena. Sin embargo, nos enfrentamos al fenómeno de la sobreexposición (a través de las redes sociales) que nos da acceso a la vida de muchas personas (o a lo que quieren mostrar) y se vuelve más tentador compararnos.


La comparación, a nivel evolutivo, nos sirve para identificar acciones que pueden contribuir a nuestro desarrollo. El problema es que rara vez nos preguntamos si lo que estamos viendo que los demás hacen o tienen es algo que honestamente queremos o necesitamos para contribuir a nuestro bienestar.



Entonces, ¿me debería proponer algo para este Año Nuevo?


“Año nuevo, vida nueva”

En muchas culturas el cambio de año es una época que se percibe como ideal para tener una “nueva oportunidad”. Pasa algo similar con los inicios de mes y con los lunes: utilizamos los ciclos del año para iniciar o retomar hábitos.


Por eso, es normal que escuchemos o leamos que “todo el mundo” se está proponiendo algo nuevo. ¿Deberíamos estar haciendo lo mismo? Y si fuera así, ¿deberíamos buscar inspiración en redes sociales o en artículos sobre mil y un propósitos que van a hacer de tu 2022 un sueño?


La respuesta corta es no. No “deberías”. Mejor pregúntate si quieres proponerte algo específico este año, y si verdaderamente te ilusiona escribir tus metas, ¡hazlo! Sobre cómo decidir cuáles serán estas metas, te propongo que este año nuevo mires hacia dentro y no hacia fuera. Te explico cómo a continuación.



Definiendo propósitos propios y libres de expectativas sociales


Evidentemente, cuando establecemos una meta esperamos llegar a un resultado y no pretendo que sea distinto. Sin embargo, hay factores que contribuyen a que nuestra decepción sea menor si no los cumplimos y a que la probabilidad de que sigamos intentando sea mayor.


  • Que nuestras metas se basen en nuestros valores (lo que más nos importa y nos hace sentir vitales) y no en lo que creemos que se espera de nosotros.

  • Que nos reconozcamos cada pequeño paso y nos centremos en vivir de manera consciente el camino a la meta.

  • Que nuestro fin último nunca dependa del reconocimiento externo (¡incluso cuando hacemos algo por los demás!).


Los propósitos propios son aquellos que conectan de manera directa y explícita con el valor, con el por qué de nuestro propósito. Y es que, preguntarnos por qué quiero hacer esto que me propongo e ir más allá de lo que es bueno o lo que se espera de mí, es algo que muchas veces se nos olvida.


Estos propósitos nos aportan un extra de motivación, ya que, independientemente de los resultados, de las barreras que surjan en el proceso y de los momentos de parar y volver a trazar el plan, nos mantiene en conexión con el sentido de lo que hacemos.


¿Cómo conseguirlo?


Elige un objetivo y visualízalo. A continuación, hazte las siguientes preguntas:


¿Imaginar el resultado me hace sentir con vida?:


Tómate unos segundos para cerrar los ojos y visualizar el propósito que te estás poniendo. Imagínate consiguiéndolo, ¿te sientes muy feliz?, ¿sientes energía?, ¿te dan ganas de sonreír? Si te sientes vital, vas por buen camino.


¿Estoy haciendo esto por mí o por sorprender a alguien más?


Si lo haces por ti, definitivamente es propio. La respuesta “por sorprender a alguien más” es válida cuando tu propósito está fundamentado en el amor, pero no debería depender de la respuesta del otro, si no del valor que le asignas al dar.


¿Esto que me propongo se relaciona con alguno de mis valores?


¿Por qué me importa tanto?, ¿contribuye a mi crecimiento personal? Cuando un propósito es congruente con nuestros valores y contribuye a nuestro crecimiento, siempre es propio.



Existen otras herramientas muy útiles para elegir nuestras metas. Es importante que una vez que la tengas te asegures de que sea medible y cuentes con un plan que aumente la probabilidad de cumplirlo. Empezar por elegir propósitos propios es solo el primer paso. Este ejercicio lo tomamos de nuestra guía para establecer metas desde la autocompasión, si quieres leer más, te invitamos a descargarla de forma gratuita aquí.


También te recomendamos echarle un vistazo a la técnica WOOP que puedes encontrar aquí.


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